Para mí un niño, una niña es una esperanza, una fe en el mañana. Es estar tendiendo puentes desde el presente hacia el futuro.
Hay que tratar de darles su espacio, su tiempo, respetar sus pensamientos, y procurar que sean sus ideas las que expresen no las de nosotros, no las que queramos escuchar.
Enseñar la autonomía a los infantes, es un reto ingente porque implica renunciar a la necesidad de control, a nuestro narcisismo y egoísmo.
Amar a un niño es amar que sea su propio yo el que se vaya desarrollando con nuestro cobijo, bajo nuestra mirada pero no bajo nuestra imposición.
Esa es la tarea de todo adulto y de nosotros los Psicólogos y Pedagogos tenemos que ir haciendo espacios de diálogos donde podamos ir ayudando a aquellos educadores y tutores en la psicoformación para guiar a los niños hacia una emancipación sana y verdadera en su adultez, porque ese niño, esa niña va a crecer y ese crecimiento debe estar en medida de la posible en una construcción sólida de su yo.
Autoría: Patricia Adriana Hernández
Cierro esta reflexión personal con la frase siguiente, que nos invita a pensar y también a hacer.
¿Cómo es vivir en el mundo de los niños?
Si quieres recordar cómo es vivir en el mundo de los niños, tienes que poner las manos y las rodillas en el suelo y vivir así por una semana. ¿Qué encontrarás al ver hacia arriba? Gigantes a tu alrededor quienes estarán diciéndote todo el tiempo qué hacer y qué no hacer.
Autor: Roald Dahl
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